Sacra Capilla de El Salvador del Mundo

Plaza Vázquez de Molina. 23400, Úbeda Cómo llegar

Declarado Bien de Interés Cultural el 3 de junio de 1931. En el Renacimiento, junto al castillo y el palacio, el edificio destinado al descanso eterno fue cuidado con suma atención por parte de la monarquía, la nobleza y las altas dignidades eclesiásticas. El espacio funerario podía ocupar una capilla ya construida o fabricarse en una catedral, iglesia o en cualquier otro edificio religioso no construido ex profeso para este fin.

Información

Horario

Lunes a sábado: 10 a 14 h/16 a 18:30?h.

Domingos: 11:15 a 14 h/16 a 18:30?h.

Horario de culto: lunes a sábado, a las 18:30?h.

Domingos, a las 10:30?h.

Información y reservas

609279905

www.ubeda.es

En el caso de El Salvador de Úbeda, y con anterioridad en la Capilla Real de Granada, el planteamiento desde cimientos es esencialmente funerario. Don Francisco de los Cobos y su esposa, doña María de Mendoza, de manera absolutamente novedosa conciben para su enterramiento y el de sus descendientes un edificio exento, que por sí solo avala la importancia y el alto rango social y económico alcanzado por Cobos, un noble ubetense de segunda fila que llegó a poseer, tras una carrera meteórica, los cargos administrativos de máxima confianza en la Corte del Emperador Carlos V.

Para llevar a cabo tan importante proyecto en su ciudad natal, Cobos obtuvo del papa Paulo III, el 2 de febrero de 1535, una bula para erigir un templo-panteón al que fueron trasladadas las capellanías y privilegios otorgados en 1525 para levantar en la parroquial de Santo Tomás una capilla funeraria, sita muy cerca de la casa-palacio familiar. Como en otros proyectos edilicios, el encargado de llevar a cabo el plan fue el deán Ortega. El lugar elegido fue un amplio solar cercano al Hospital de los Honrados Viejos del Salvador y al citado palacio familiar, remozado y ampliado con suntuosidad. Tras adquirir diversos solares a particulares y al dicho Hospital, Cobos concertó con el afamado arquitecto burgalés, Diego de Siloé, ocupado en Granada en las obras de la Catedral, su ambicioso proyecto. Siloé se comprometió, entre otras cosas, a dar las condiciones y dibujo de la planta. En 1536 las obras fueron rematadas por Andrés de Vandelvira y Alonso Ruiz, los cuales debían de seguir en todo momento las instrucciones redactadas por Siloé, publicadas por Don Manuel Gómez Moreno.

En 1539 Cobos ordenó suspender las obras, siendo aconsejado por su pariente, el también secretario real Juan Vázquez de Molina, la conveniencia de trasladar la edificación de la sacra capilla a su señorío de Sabiote. En 1540 se reanudan, quedando de nuevo al frente de ellas Andrés de Vandelvira y Alonso Ruiz. En este segundo contrato se precisan otras obras como la portada principal, que ha de seguir el modelo trazado por Siloé en la del Perdón de la Catedral de Granada, y las laterales y además a Vandelvira se le encarga el diseño de una nueva sacristía, pieza esencial dentro del conjunto de la sacra capilla.

La planta está formada por una nave con bóvedas tardogóticas con capillas acasetonadas y una capilla mayor en forma de rotonda con casetones flanqueda por dos bellas bóvedas, bajo la torre una, la otra da acceso a la sacristía. Dicha articulación ya había sido experimentada por León Battista Alberti para el también templo funerario de Segismundo Malatesta en la ciudad italiana de Rímini. En última instancia, el círculo nos remite al Panteón de Roma y al Santo Sepulcro de Jerusalén, la nave, por su parte, responde a las exigencias del culto. En la sacristía, a la que se accede a través de una bellísima puerta en ángulo, Vandelvira muestra su extraordinario conocimiento, como en el resto de sus obras, sobre la técnica del corte de la piedra; su planta rectangular queda dividida en tres módulos cubiertos con bóvedas vaídas (muy vandelvirianas), situándose en los muros grandes arcos, a modo de hornacinas, para albergar la cajonería, enmarcadas por Sibilas y Profetas de excelente talla, debida al escultor francés Esteban Jamete.

La gran fachada, que preside el lado Este de la monumental Plaza de Santa María, se estructura como un gran arco triunfal; el superior nos muestra la Transfiguración de Jesús en el monte Tabor, motivo también repetido en el retablo mayor, el inferior – debido a la mano de Esteban Jamete- es más completo y profundo y en él se insertan, entre otros muchos motivos, escenas tanto del Antiguo Testamento (Caída del Maná y la Veneración de la Serpiente de Bronce) como del mundo pagano (Planetas, del intradós del gran arco central), pero además hay una abundante talla plateresca.

Flanqueando esta gran portada se encuentran dos contrafuertes de tradición gótica, figurando en ellos dos de los siete trabajos de Hércules. (La lucha contra los centauros y los toros de Gerión). A los lados de ellos se abren dos tribunas y debajo de ellas sobre basamentos los escudos de don Francisco de los Cobos y doña María de Mendoza sostenidos por guerreros y matronas, respectivamente. A los extremos se alzan dos graciosas torrecillas circulares ornadas con elementos platerescos. Los emblemas de los fundadores se insertan de manera reiterativa, tanto en el interior como en el exterior. Las portadas laterales se deben a Andrés de Vandelvira; la meridional, a modo de retablo, con escenas del Antiguo y Nuevo Testamento; el sur, con delicadas labores platerescas y con la típica composición vandelviriana de arco triunfal, está dedicada a Santiago, patrón de España.

Una monumental torre campanario, situada en el lado de la Epístola, completa este soberbio conjunto con un alto valor simbólico, presente tanto en lo arquitectónico como en lo decorativo. En última instancia todo fue pensado para eternizar a sus fundadores. Andrés de Vandelvira, un tanto sujeto en un primer momento por las instrucciones de Diego de Siloé, se nos muestra mucho más personal a raíz del segundo contrato de 1540, aflorando su gran capacidad creadora en la maravillosa sacristía con su portada de acceso, pero también en otros muchos elementos arquitectónicos.

En El Salvador se han unido los anhelos de inmortalidad pretendidos por su mentor, don Francisco de los Cobos, con la calidad arquitectónica y escultórica propiciada por grandes artistas del Renacimiento: Diego de Siloé, Andrés de Vandelvira y Esteban Jamete. La iglesia fue consagrada en 1559. Una inscripción en uno de los pilares de la nave así lo recuerda: “Consagró esta Sacra Iglesia, el Rvdmo. Don Diego Tavera, de buena memoria, obispo de Jaén. Domingo 8 días de octubre de 1539. Presidiendo en la silla de San Pedro, Pío cuarto y Reinando en España Felipe II de este nombre”.

OTRAS MANIFESTACIONES ARTÍSTICAS NO ARQUITECTÓNICAS

Don Francisco de los Cobos y su esposa, Dª. María de Mendoza, dotaron con un rico patrimonio mueble, aumentado con sus descendientes los Marqueses de Camarasa, a la Sacra Capilla. De aquel valioso tesoro poco ha llegado de los últimos herederos de los Camarasa. De la abundante orfebrería aún custodiada en la sacristía destacamos un cáliz de plata sobredorada tardogótico de finales del siglo XV que, según la tradición, fue regalado por el emperador Carlos V a Cobos, una arqueta relicario de estilo veneciano (siglo XV) y la macolla y cañón de una cruz procesional (desaparecida), obra del platero toledano Francisco Martínez, labrada en 1542; también en ella se encuentra el busto relicario de Santa Aurelia (siglo XVI), tallado en madera policromada, y un Cristo en marfil (siglo XVII).

De excelente colección pictórica atesorada por Cobos nada queda en la Capilla, pues incluso las piezas no destruidas en 1936 como la Piedad (siglo XVI), de Sebastián del Piombo, un Calvario (siglo XVI) y una Magdalena penitente se encuentran en la actualidad depositados en la Casa de Pilatos. Para paliar estas importantes perdidas la Fundación Medinaceli ha colgado una réplica de la citada Piedad en una de las capillas de la nave. Solo ciertos restos pudieron salvarse del famoso San Juanito, escultura esculpida en mármol de Carrara, que según la historiografía tradicional y reciente es atribuida al gran Miguel Angel. En 1563, la imagen estuvo depositada en el castillo de Sabiote, señorío de Cobos.

El gran retablo del Altar Mayor, parcialmente destruido en 1936, representa -bajo un guardapolvo del XVIII-, la Transfiguración de Jesús en el monte Tabor, tradicionalmente atribuida a Alonso de Berruguete; el conjunto fue restaurado por el escultor José Luis Vassallo.

En las cuatro hornacinas que flanquean el retablo se conservan los Evangelistas, tallados en torno a 1634 por el escultor ubetense Pedro de Zayas, que se completan por encima con las de San Pedro y San Pablo, obras del siglo XVIII, Se conservan parte de la antigua sillería alta (siglo XVI), tallada por Blas Briñón con arreglo a las condiciones de Andrés de Vandelvira, y de la baja (siglo XVIII). Interesantes son los retablos barrocos colaterales de la capilla mayor. La gran reja, que separa el espacio central o rotonda del resto de la nave, se asienta sobre los capiteles marmóreos del patio del palacio cercano de Cobos y es uno de los ejemplos más relevantes de la rejería española, atribuyéndose su ejecución a Francisco Martínez y Francisco de Villalpando; está fechada en 1555, año de consagración de este espléndido templo funerario.