Muralla Ciclópea de Ibros

Yacimientos Arqueológicos

Calle Pilar, 1. 23450, Ibros Cómo llegar

Los Cíclopes eran seres mitológicos que solamente tenían un ojo, eran miembros de una raza de gigantes, fuertes, de gran temperamento y bruscas emociones. Nos cuenta la mitología que eran grandes constructores y artesanos y es por ello que durante la Edad Media se empezaron a descubrir murallas de grandes bloques trabajados, como esta de Ibros, y que empezaron a llamarse “estructuras ciclópeas” llegando a la conclusión de que solo los Cíclopes reunían la habilidad y la fuerza necesaria para poderlas construir.

Fue Manuel de Góngora en su viaje por la provincia de Jaén allá por el 1860 quién descubrió esta magnífica muralla, afirmando por primera vez que era de fábrica ibérica. Aquel Catedrático de Historia Universal e Inspector de Antigüedades, hizo un descubrimiento espectacular: fue el pionero en identificar los pueblos Iberos del Alto Guadalquivir.

En estudios más recientes, este tipo de estructuras ciclópeas se han identificado con torres y recintos fortificados que abarcarían una cronología comprendida entre los siglos II y I a.C. En esos momentos tardíos de la cultura ibérica, los romanos ya se encuentran en tierras del Guadalquivir y se imponen nuevos modelos de ocupación del paisaje, en los que parece que estas grandes estructuras defensivas se corresponden con sitios estratégicos que delimitan y controlan territorios, caminos, fuentes de agua, e incluso campos de cultivo.

La muralla ciclópea de Ibros, que hoy vemos integrada en el caserío, ha perdurado hasta nuestros días como un importante elemento arquitectónico de la cultura Ibérica. Sus grandes piedras, que en origen estaban unidas sin argamasa, nos enseñan muchas cosas de aquellas gentes: miedos, avances tecnológicos, luchas y guerras, conquistas, trasformaciones sociales… Se localiza en la zona norte del casco histórico, en el barrio conocido como “el señorío”.

Tiene un emplazamiento lógico desde el punto de visto estratégico, ya que defendía la zona más vulnerable y más cercana al cauce del río.

Se trata de uno de los monumentos prehistóricos más célebres de la provincia de Jaén. Una gran construcción, formada primitivamente por un recinto cuadrangular que rodeaba el perímetro del poblado del que hoy solo conservamos una esquina de 12 y 13 metros de largo. Sus enormes sillares están ensamblados sin mortero y poseen unas dimensiones de 3,60 metros de longitud por y 1,70 metros de ancho.

No tenemos noticias de nuevo de la localidad hasta época cristiana cuando fue tomada en el 1157. Posteriormente cayó nuevamente en poder de los árabes, hasta que fue definitivamente conquistada por Fernando III el Santo. Durante el reinado de Felipe IV la defensa de la población estaba constituida por un pequeño castillo y una cerca en la que se reutilizó la muralla ciclópea iberorrománica.

El antiguo castillo de Ibros debió de ir sufriendo un progresivo abandono, como el resto de las fortalezas, ya que tras la toma de granada en 1492 no hubo un inmediato enemigo exterior y con el progreso de la artillería se hicieron innecesarias estas fortificaciones.