Iglesia del antiguo convento de San Francisco

C/ San Andrés s/n. 23440, Baeza Cómo llegar

En 1538 la comunidad franciscana de Baeza acordó llevar a cabo la construcción de un nuevo templo, debido al mal estado del primitivo. Por entonces era patrono de su capilla mayor Día Sánchez de Quesada, señor de Garcíez, el cual mostró poco interés por la nueva capilla mayor a construir, lo que obligó a los monjes franciscanos a buscar otros patronos.

Información

 La elección recayó en la familia noble baezana de Los Benavides. El traspaso del patronato se efectuó en Valencia de Benavides, siendo sus descendientes y, tras solventar diversos pleitos, los promotores de tan importante empresa, que sin duda pretendía emular a la capilla funeraria de el Salvador de Úbeda, construida por el secretario del emperador Carlos V, Francisco de los Cobos. En el testamento de Valencia de Benavides, otorgado en el año 1538, se precisan las dotaciones para llevar a término la fábrica, destinada obviamente para su enterramiento y descendientes. Las obras de la nueva iglesia debieron iniciarse por la cabecera a comienzos de la década de 1540, prolongándose durante muchos años, pues en 1563 aún no se había terminado la capilla mayor.

En la visita de Felipe IV a la ciudad de Baeza en 1624 la capilla está ultimada, no así el resto del cuerpo del templo, cuya construcción se prolongó hasta bien entrado el siglo XVII. Pero la desgracia va a perseguir a esta magna obra, pues a mediados del dicho siglo XVII ya necesitó de reparos. A comienzos del siglo XIX la cabecera quedó arruinada por un movimiento sísmico, que obligó a desmontar lo que quedaba de ella. En el grabado de Parcerisa, de 1850, el aspecto romántico que presenta es de una total ruina y abandono. El resto de la iglesia y el convento también sufrieron a lo largo de los siglos XIX y XX numerosas transformaciones para adaptar el conjunto arquitectónico a nuevos usos: fábrica de harinas, teatro y vivienda. La restauración y consolidación del conjunto se llevó a cabo, no sin críticas, entre 1986 y 1988 para su acondicionamiento como auditorio, quedando la capilla mayor descubierta y separada del resto del cuerpo de la iglesia por una gran cristalera. El claustro y otras dependencias se traspasaron al Restaurante Vandelvira en 1990.

El elegido para levantar tan monumental capilla fue Andrés de Vandelvira, maestro cantero, ya suficientemente conocido por sus grandes proyectos en otras poblaciones de la Loma. Aunque aún no se ha descubierto el contrato de obras entre los Benavides, los frailes de San Francisco y Vandelvira, su autoría viene dada por el testimonio de su hijo Alonso al referirse a la “capilla cruçada” en su célebre Tratado de Arquitectura: “Esta puesta por obra esta capilla en San Francisco en la ciudad de Baeza por mi señor padre y entiendo es la mejor capilla particular y más bien ordenada y adornada que hay en nuestra España, tiene sesenta pies de hueco sin los encasamientos que tiene 8 pies”.

En esta fábrica Vandelvira trabaja con toda libertad, fuera ya de imposiciones como en el Salvador de Úbeda. Destierra las crucerías góticas y los grutescos, incorporando el ornamento con mayor claridad en relación con los elementos arquitectónicos. En su concepción también se aleja de lo que se va a realizar en el Salvador, pues plantea un gran espacio cuadrado cubierto por una vaída reforzada por cruceros que vienen a coincidir con los pares de columnas de los arcos torales, alzándose en los lados retablos funerarios, de los cuales solo se ha conservado el del Evangelio. Estos retablos pétreos de traza serliana están enmarcados por grandes arcosolios y por dobles columnas de alargado canon. En la cabecera se sitúa el altar mayor en alto sobre tres arcosolios acasetonados.

La amplitud del programa iconográfico desarrollado debió obedecer a un plan perfectamente concebido y determinado por el carácter funerario del conjunto: Evangelistas, Padres de la Iglesia, Santos; en el retablo pétreo conservado tenemos símbolos funerarios y heráldicos, la Epifanía a la izquierda, la Adoración de los pastores a la derecha (con la fecha de 1560), en el centro la Resurrección (tímpano) con el Tetramorfos. De excelente calidad son también las cabezas de los artesones de los arcosolios del altar mayor, así como sus tímpanos de inspiración mítica y el semicírculo con una Mater Dolorosa con Cristo yacente, recurrente con el tema funerario del proyecto. Los escultores fundamentales de todo este extraordinario programa iconográfico, en regular estado de conservación, fueron Esteban Jamete y Juan de Reolidgen.