Castillo de Navas de Tolosa

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n las proximidades de la A-IV, pasado el kilómetro 265, entre Santa Elena y La Carolina.. 23212, La Carolina Cómo llegar

Cuenta la historia que, tras su conquista y apenas dos días después de la histórica Batalla de las Navas de Tolosa, los cristianos no dudaron en pasar a cuchillo a los defensores de este castillo que, durante más de doscientos años, sirvió de defensa y vigía para el reino musulmán de lo que hoy conocemos como Paso de Despeñaperros, antaño Paso del Muradal. Hoy la silueta de su torre sobresale en una típica dehesa de Sierra Morena en la que pueden verse también reses bravas.

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Para visitarlo, es necesario contactar con los gestores de las visitas a este enclave, pues se encuentra dentro de una propiedad privada.

El Castillo de Navas de Tolosa, fue construido por los musulmanes en torno al siglo X para el control de los pasos naturales de Sierra Morena. Conquistado definitivamente por los cristianos durante la Campaña de las Navas de Tolosa (1212), fue desmantelado parcialmente en 1473, tras desaparecer la frontera con el reino nazarí de Granada. De este conjunto fortificado cabe destacar una torre hexagonal de tapial que conserva aproximadamente catorce metros de su altura.

Conocido también como de los Collados o de las Águilas, el castillo fue construido inicialmente, al igual que otras fortificaciones de la zona, para vigilar uno de los caminos que enlazaban la Meseta con Córdoba y, de paso, controlar las minas de plata que existían en Sierra Morena. Años después, los árabes reforzaron su papel defensivo en el intento de frenar el avance de las tropas cristianas. 

Durante la campaña de las Navas de Tolosa el castillo fue conquistado definitivamente por los cristianos, manteniendo su actividad defensiva hasta que, dos siglos después, concretamente en el año 1473, fue desmantelado parcialmente al desaparecer la frontera con el reino nazarí de Granada.

Hoy día, de los restos que aún perviven de este conjunto fortificado, el viajero puede ver su gran torre hexagonal, que conserva, aproximadamente, catorce metros de su original altura. Se trata de una torre maciza, sin espacio habitable alguno, pero que sí cuenta con un pequeño pozo o aljibe en el centro. No obstante, también se sabe de la existencia de una muralla que se construyó posteriormente para acrecentar la defensa y que rodearía una pequeña aldea que surgió al abrigo del castillo.

Una vez vista la fortaleza, una buena opción puede ser desplazarse hasta La Carolina y conocer este municipio que, en su día, fue capital de las Nuevas Poblaciones fundadas por Carlos III allá por el siglo XVIII y un magnífico ejemplo del urbanismo racional de la Ilustración. Entre los edificios más significativos que se pueden visitar destacan el Palacio del Intendente Olavide, la Iglesia, el Ayuntamiento, la cárcel y las Torres de la Aduana.