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Cámara Sepulcral Ibérica de Toya

Centro de interpretación Tumbas pincipescas Toya y Hornos. Peal de Becerro 23460, Peal de Becerro
Cómo llegar

En las cercanías de la aldea de Toya, en 1909, un vecino de Peal de Becerro apodado El Pernazas descubrió unas piedras grandes mientras trabajaba la tierra. No se podía imaginar lo que iba a descubrir tras esas grandes losas. Había descubierto la tumba de un rico aristócrata íbero por lo que corrió a avisar a su familia para entrar en la sepultura y recuperar los tesoros que permanecían ocultos desde hacía 2.300 años. Recuperó algunas vasijas y adornos que pronto fueron malvendidos en el pueblo. Cuando se quiso documentar la cámara y su ajuar ya era tarde, pues había sido saqueada repetidamente.

Su estructura arquitectónica tiene una planta cuadrangular y su interior se divide en tres naves longitudinales, la central de las cuales tiene al oeste la única puerta de acceso a la construcción. Las dos naves laterales, a diferencia de la central, están divididas en dos espacios cada una de ellas; el primero, a modo de antecámara, es el que comunica en ambos casos con la nave central. Los sillares de la construcción, perfectamente labrados, se colocaron sin ayuda de grapas o mortero, es decir, van montados en seco. La cubierta por último se caracteriza por una serie de grandes losas que se apoyan en los muros de las estancias longitudinales.

En su interior podrás observar todavía bancos y poyetes para depositar las urnas cinerarias y los ajuares. En total la cámara presenta unos 12 metros cuadrados y está realizada con grandes sillares cubiertos por una estructura de grandes piezas de piedra.

En cuanto a su contenido, poco se conservó tras los iniciales saqueos, aunque había cerámica griega, armas y un carro. A partir de aquí podemos reconstruir el momento en que el guerrero íbero era incinerado y sus cenizas eran introducidas en la tumba.

El ajuar de la cámara, que no se excavó con métodos sistemáticos, aunque ha sido recuperado en parte, es característico de un príncipe ibérico y su familia, y de él destacan las ruedas de un carro guerrero y las magníficas cráteras áticas (vasijas cerámicas decoradas) atribuidas al Pintor de Toya.

Durante el siglo V-IV A.E.C. existen en la provincia de Jaén varios oppida, poblados fortificados de los cuales tenemos ejemplos cercanos en Castellones de Ceal (Hinojares) y en Bujalamé, (La Puerta de Segura). Juntos a estos grandes asentamientos había otros asentamientos menores y que tenían estaban bajo el control de estos grandes asentamientos. Podemos imaginar el momento en el que el aristócrata era incinerado en el pira, sus sirvientes introduciría las cerámicas griegas en la tumba con las ofrendas, armas, y otros elementos metálicos como señal de prestigio e incluso su carro de guerra. Junto a la pira estarían enviados de los distintos asentamientos en señal de sumisión hacia esa élite aristocrática que representaba a los grandes oppida de la zona.

Desde 1918 está declarada como Bien de Interés Cultural.

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