Ruta
de la Sierra Sur

La Sierra Sur, como tierra fronteriza con el reino nazarí de Granada, tiene una fuerte impronta militar, de la que dan cuenta los muchos e importantes castillos que existen en ella; pero también como territorio reconquistado hubo de equiparse, sobre todo con iglesias, ya en el siglo XVI, de factura clásica. El Renacimiento está por ello de nuevo renovando la ciudad y con él los nombres de Vandelvira, Castillo “El Mozo” (aquí más activo que en otras partes de la provincia) y Martínez de Aranda, además de la presencia de maestros de Granada, dada la proximidad y fácil comunicación entre ambos territorios por Alcalá la Real. Nuestra ruta se vertebra en torno a la carretera N-321, (en su primer tramo A-316), camino tradicional de comunicación con Granada.

Torredelcampo

Partimos de Jaén por la A-316 para encontrar a 8 kms. este activo pueblo, que cuenta como su más preciado bien patrimonial dentro del núcleo la iglesia parroquial de San Bartolomé, templo de planta basilical dentro de la tipología más común de tres naves cubiertas con bóvedas vaídas impuesto por Vandelvira, aunque su autores fueron Francisco del Castillo “el Viejo” y  Francisco del Castillo “el Mozo”, arquitecto muy ligado a la Orden de Calatrava.
En su entorno es de destacar la ermita de Santa Ana, en el Cerro de Miguelico, donde se han hallado importantes restos ibéricos. Allí se celebra la Romería el primer domingo de mayo.

Jamilena

Próxima a Torredelcampo, la villa de Jamilena fue igualmente dominio de la Orden de Calatrava y del mismo modo la construcción de un nuevo templo a mediados del siglo XVI, constituye el hito más significativo: La iglesia de Nuestra Señora de la Natividad, igualmente proyectada por Castillo “el Mozo”, aunque reformada y terminada en el primer cuarto del siglo XVII. La portada de los pies es el elemento más destacado.

Torredonjimeno

Al mismo retornar a la A-316 desde Jamilena, nos desviamos a la próxima población de Torredonjimeno, que administrativamente no se incluye en la comarca de la Sierra Sur, sino que se considera cabeza de puente hacia la Campiña y por tanto iniciadora de otra ruta. No obstante su historia y su arte está tan ligado al resto, siempre por el común denominador de la Orden de Calatrava, que no vemos inconveniente en que el viajero se acerque a visitar su núcleo histórico en torno a la Plaza del Ayuntamiento, que luce un edificio de Cabildo de los más antiguos de la Provincia (1630) con un magnifico balcón corrido muy clásico. Cerca de él, la iglesia de San Pedro, una interesante muestra de arquitectura clasicista con elementos mudéjares y bóveda pintada al fresco, proyecto arquitectónico de Castillo “El Mozo” y las pinturas al fresco del pintor Luis Ureña, realizadas en 1597.

Templo mayor es la iglesia de Santa María, comenzada anteriormente a comienzos del siglo XVI, pero dentro de un estilo gótico tardío, aunque con capillas barrocas de los siglos XVII y XVIII.

Otro tanto ocurre con la iglesia del convento de la Piedad, de la Orden Dominicana en su rama femenina, coetánea de la anterior iglesia, aunque aquí su portada exterior es de un renacimiento temprano. A destacar su retablo barroco de columnas salomónicas, fechado en 1728.

Rodeada de diversas ermitas, entre las que destaca la Ermita de la Consolación, Torredonjimeno atestigua ser un centro religioso importante desde la antigüedad, como revela el hecho de haberse encontrado en sus cercanías uno de los dos mayores tesoros visigodos de España, el llamado Tesoro de Torredonjimeno, hoy desmembrado en distintas colecciones.

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Martos

Cercana a Torredonjimeno, con la que guarda estrechos paralelismos históricos desde la Antigüedad, adquirió mayor protagonismo político en la Edad Media al convertirse en cabeza de la Vicaría de la Orden de Calatrava. No obstante en su subsuelo se encuentran todas las etapas de la historia con piezas muy brillantes, como el sarcófago paleocristiano, hoy en el Museo Provincial de Jaén. Sin embargo, será el siglo XVI, bajo el gobierno del comendador Pedro Aboz, cuando alcance el mayor esplendor urbano y monumental, teniendo como fiel arquitecto a Francisco del Castillo “El Mozo”, recién llegado de Roma en 1556.

La transformación del Martos renacentista, tomando como guía su pasado romano, tiene su precedente en la novela de Francisco Delicado, La Lozana andaluza, en la que se dedica un capítulo a contar la grandeza antigua y mitológica de ésta, su ciudad natal. El centro de actuación se encuentra en la Plaza del Ayuntamiento, con la construcción del edificio de Cárcel y Cabildo, con la más italianizante de todas las portadas que pueden verse en Jaén y parte de Andalucía, obra de Castillo. Este mismo arquitecto levantó el cuerpo superior de la torre de la iglesia de Santa Marta, el antiguo templo gótico, en la misma plaza; templo al que se le agregó en el siglo XVII la Capilla de Jesús, con importantes pinturas del artista barroco, Antonio Reinoso. Para el centro de este espacio llegó a hacer una fuente exenta rematada por la figura de Neptuno, que no se conserva. Pero en el nuevo parque construido hace unos años, en las afueras de la ciudad, se puede ver, trasladado de su sitio original, una monumental Fuente, de tipo pilar, obra también de Castillo “El Mozo”.

No lejos de esta plaza encontramos el descomunal templo de Santa María de la Villa, reconstruido después de la última guerra sobre el anterior renacentista, trazado igualmente por Castillo.

Un recorrido por todo este entorno nos permite admirar la potente torre del Castillo de la Villa, próximo a la anterior iglesia. Por debajo del Ayuntamiento, el Convento de las Trinitarias, obra de finales del siglo XVI, y en la misma calle, pero en sentido opuesto el Hospital de San Juan de Dios, de factura barroca del siglo XVIII. Toda esta parte alta del casco histórico intramuros es de un gran pintoresquismo y desde él se pueden disfrutar bellísimas panorámicas.

Descendiendo a la parte baja de la ciudad, y junto a la antigua carretera N-321, sobreviven algunas magníficas Villas de finales del siglo XIX y principios del XX, dentro del eclecticismo historicista y alguna modernista, testimonios del desarrollo industrial que tuvo la ciudad y que aún mantiene.

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Alcaudete

Siguiendo nuestra ruta, la siguiente parada es Alcaudete, a unos 25 Km. de Martos. Villa señorial desde el siglo XIV en que pasó a manos de los Fernández de Córdoba.

La villa se extiende al pie de su formidable castillo medieval, recientemente restaurado, sacando a luz importantes transformaciones llevadas a cabo en el siglo XVI. Declarado Monumento Histórico en 1985, hoy es unos de los mejores castillos restaurados y estudiados de Jaén.

El moderno acceso para vehículos permite llegar con comodidad cerca del castillo y de la iglesia de Santa María. Ésta es el mayor templo de Alcaudete, en el corazón de la “villa”, hoy bastante despoblada y casi abandonada. Iniciada en torno al primer tercio del siglo XVI, no se termina hasta comienzos del siglo XVII, sucediéndose formas todavía góticas con un desbordante “plateresco” o renacimiento temprano, en las portadas, y un sobrio clasicismo en su cabecera y torre. En ella intervinieron Vandelvira, Castillo “El Mozo” y Martín de Bolívar. Magníficas son las puertas de la sacristía, labradas con relieves clasicistas. Además cuenta con algunas tallas barrocas del s. XVIII muy meritorias. La iglesia es Monumento Nacional desde 1931.

Fuera de la cerca histórica, en lo que ya era arrabal, se levanta otra buena iglesia en la segunda mitad del XVI: San Pedro, obra de Castillo “el Mozo”, dentro del tipo de templo de planta cuadrada separada por pilares y cubierto con bóvedas vaídas, extremadamente sobrio y elegante.

De destacar son también los Templos conventuales del Carmen (Carmelitas Descalzos), Santa Clara (Clarisas) y de Jesús y María (Franciscanas) y la capilla del cementerio, antigua Ermita de Santa Catalina, con interesantísimas pinturas escatológicas del siglo XVI.

La Plaza del Ayuntamiento es el centro neurálgico presidido por el edificio de Ayuntamiento, con buena portada barroca del siglo XVIII, y la antigua Ermita de la Aurora, transformada hoy en bar y vivienda.

De fama nacional son los dulces navideños, en particular las hojaldrinas, así como las conservas de vegetales, gracias a las espléndidas vegas, así como famosas son sus frutas, de las cuales se celebra un certamen anual con motivo de la Feria de Septiembre.

Reseñable es asimismo su Semana Santa con la puesta en escena del “Detente Abraham”, de antigua tradición, y los pasos con algunas tallas de gran mérito: Nuestro Padre Jesús Nazareno y San Elías, ambas en la iglesia del Carmen.

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Castillo de Locubín

Abandonamos Alcaudete, camino de Alcalá la Real, por el nuevo trazado de la N-342, pero antes de llegar la abandonamos para seguir por la antigua en el desvío hacia Castillo de Locubín, que queda en el valle, admirando la bella panorámica de conjunto desde la carretera antes de descender.
Aparte de algunos restos romanos y medievales, el interés renacentista de esta villa radica en su iglesia de San Pedro, sencilla, de una nave, pero de muy buena cantería, diseño de Alonso Barba, con portada clasicista del primer barroco, obra de Juan de Aranda Salazar, pueblo natal de este interesante arquitecto del siglo XVII, Maestro Mayor de la catedral de Jaén, descendiente de la destacada familia de los Martínez de Aranda, canteros baezanos afincados en Castillo de Locubín a fines del siglo XVI.
Muy recomendable la visita en el mes de mayo para disfrutar de sus famosas cerezas y también de su repostería.

Alcalá la Real

Ciudad de frontera por excelencia, más cerca de Granada que de Jaén, fue un enclave estratégico en la guerra contra los nazaríes después de su conquista en 1341 por Alfonso XI. Previamente lo había sido de los musulmanes, desde la época de los reinos de taifas (siglo XI) cuando la familia de los Banu Said se hicieron fuertes en ella. Alfonso XI hizo de Alcalá una Abadía Real independiente de las diócesis vecinas, menos de la de Toledo. Esto hizo de Alcalá una plaza fuerte, rica e importante, encastillada en el cerro de La Mota, donde se desarrolló la ciudad originaria hasta bien entrado el s. XVI. Posteriormente se expandió hacia la parte vieja, el “Llanillo”, donde se desarrolla la Alcalá moderna.

En la Mota, desde donde se divisa Granada, parte de la campiña de Córdoba y toda la sierra sur de Jaén, tenemos la fortaleza medieval con una imponente Torre del Homenaje, en la cual podemos ver un Museo histórico de Alcalá y la iglesia abacial de Santa María, en su mayor parte obra renacentista realizada a lo largo de todo el siglo XVI y parte del siguiente, reconstruida recientemente; la parte de los pies es la más antigua y por el contrario la cabecera la más moderna. Los Maestros Martín de Bolívar y Ambrosio Vico, responsables de la mayor parte revelan la influencia granadina en su construcción, pero al final estará Ginés Martínez de Aranda, maestro baezano afincado en Castillo de Locubín, y arquitecto de confianza del Abad Maximiliano de Austria, quien en la última década del siglo XVI se ocupó de ésta y otras obras de fortificación en la misma Mota, antes de partir con el Abad a Cádiz y más tarde a Santiago de Compostela, donde diseñaría la famosa escalera del Obradoiro en la catedral. Un antecedente de dichas escaleras a pequeña escala puede verse en las Casas de Cabildo, edificio clasicista, junto a la iglesia.

Descendiendo hacia la ciudad nueva, la antigua iglesia de Santo Domingo, es la primera y más antigua, hoy en ruinas, de traza gótica, aunque con sacristía de finales del siglo XVI, dentro de la tradición vandelviriana.

Algo más abajo, ya en la parte alta de la nueva Alcalá, la iglesia de San Juan Bautista, data también de fines del siglo XVI (lo más antiguo: la capilla de la Concepción, de Ginés Martínez de Aranda), terminándose en el siglo XVII, dentro de la severidad clásica.

Ya, en el corazón del Llanillo”, la Plaza del ayuntamiento señala el centro neurálgico de una ciudad trazada con calles rectas, presidida por el edificio del Cabildo, obra del segundo tercio del siglo XVIII, pero terminado bajo el gusto neoclásico de la Academia. Célebre es su Reloj, fechado en 1791, del famoso relojero Fernando de Tapia y Castillo. En su interior destaca un retrato de Fernando VII, de Vicente López; el pendón de la ciudad, bordado, y una serie de cuadros religiosos del pintor local Luis de Melgar (siglo XVIII) y una “muerte de la Magdalena”, atribuida a Bocanegra.

Al lado, la calle Bordador, nos recuerda el lugar donde nació el celebérrimo escultor Juan Martinez Montañés, del cual existe monumento escultórico en la Plaza, obra de Jacinto Higueras.

Situándonos en la arteria principal que recorre “El Llanillo”, la Carrera de las Mercedes, encontraremos los hitos monumentales más importantes así como un conjunto de casas historicistas de comienzos del siglo XX remarcables. Al comienzo prácticamente de la carretera-calle, el Convento de Consolación, al fondo de la calle Real que desciende desde La Mota, alberga a la imagen de la patrona de Alcalá: la Virgen de las Mercedes, en un templo barroco con buenos retablos del siglo XVIII y una sacristía de planta poligonal, que al igual, que el antiguo claustro, conocido como el “Toril”, es obra de Juan de Aranda Salazar.

Algo más adelante, el Convento de la Encarnación, obra del siglo XVII, de construcción sencilla, pero que guarda en su clausura una interesante colección artística, sobre todo de Niños Jesús barrocos. Al lado, el Palacio Abacial, de 1781, obra barroca clasicista, propia de esa etapa final del siglo XVIII, y muy restaurada desde la segunda mitad del siglo XX, alberga hoy un interesante Museo de la Ciudad.

Al desembocar en el Paseo de los Álamos, donde se situaba la puerta de entrada a la ciudad desde Granada, encontramos una pieza excepcional del Renacimiento: Pilar de los Álamos, adosado al comienzo de la calle de su nombre, cuyos fantásticos relieves de excelente calidad están relacionados con las labores escultóricas del renacimiento granadino, en la línea del italiano Jacopo Florentino y de Diego de Siloe.

Frente al pilar, la Iglesia de San Antón, oculta en su volumetría exterior una planta oval, fruto también del barroco clasicista que domina en el último tercio del siglo XVIII a la ciudad y del que también es buena muestra la Iglesia de Las Angustias, en la calle homónima, paralela a la principal. Esta iglesia guarda además parte del retablo renacentista de pintura de la iglesia de Santo Domingo, obra del pintor Juan Ramírez, y otras atribuidas al pintor local Melchor de Raxis, descendiente de una familia de artistas venidos de Cerdeña, y a la que pertenecería otro ilustre imaginero: Pablo de Rojas.

Interesante y recomendable es un recorrido por el borde oriental de la ciudad, desde la Ermita de San Marcos, que conserva parte de su traza del siglo XVI, hasta la de La Verónica, coronando la loma frente a La Mota, con una excelente panorámica de la fortaleza y de la ciudad.

Para reponer fuerzas la gastronomía alcalaína nos brinda a través de su oferta de hostelería un buen surtido de tapas y platos singulares, entre los que ha alcanzado fama singular el “pollo a la secretaria”.

Y entre los acontecimientos culturales que han traspasado los límites provinciales, esta Etnosur, festival de músicas de todo el mundo con un atractivo programa complementario de actividades lúdicas y educativas, que se celebra en el mes de julio. Digna de ver es asimismo la Semana Santa alcalaína declara de Interés Turístico de Andalucía.

Muy peculiares son además en Alcalá la Real sus aldeas, que se expanden en un radio cercano en torno a los cinco o diez kilómetros, de gran belleza paisajística e incluso con piezas monumentales dignas de reseñarse, como Santa Ana, con su iglesia del siglo XVI de portada siloesca, o La Pedriza, con un buen retablo barroco.

Podemos pernoctar tanto en Alcalá como en alguno de los alojamientos rurales que nos ofrecen estas aldeas de alrededor antes de emprender el viaje de regreso a Jaén o continuar la visita en Alcalá.

La vuelta nos va a llevar a través de la agreste Sierra Sur de Jaén, otro “paraíso natural”, este menos conocido, en el que encontraremos aquellas villas que fueron asentamientos de colonización en el siglo XVI, acabada la guerra con los nazaríes para repoblar esta línea de frontera.

El camino lo podemos tomar a partir de Santa Ana en dirección a Frailes o bien saliendo de Alcalá por la A-403 y a la altura de la aldea de Ribera Baja, tomar el desvío, JV-4302, que nos conduce a Frailes, pasando por las aldeas de Ribera Baja y Ribera Alta.

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Frailes

Pintoresco pueblo de sierra con magníficas vistas, famoso por su agua, por su vino y por su gastronomía. La iglesia de Santa Lucía, tiene su punto de partida en una construcción del siglo XVI muy sencilla de la que guarda su estructura de una sola nave cubierta con armadura de par e hilera de tradición mudéjar y presbiterio separado mediante arco toral de piedra, pero luego ampliada y reformada en el siglo XVIII. A destacar en su interior una pila bautismal, traída de la iglesia de la Mota de Alcalá la Real.
 

Abandonamos Frailes siguiendo la carretera JV-2262 que nos conduce a Valdepeñas de Jaén.

Valdepeñas de Jaén

Uno de los núcleos de repoblación llevados a cabo en el siglo XVI (1539), junto con Campillo de Arenas, Los Villares y Mancha Real, pronto alcanzó el título de Villa y el de Ciudad en 1917. Su amplio término municipal abarca el corazón de la Sierra Sur con diversas rutas de senderismo en las que apreciar especies arbóreas de gran rareza en Andalucía como el bosque de tejos en el paraje de los “Pitillos” o los buenos ejemplares de antiquísimos quejigos. La madera, fuente de riqueza principal durante mucho tiempo para la fabricación de carbón, posibilitó también industrias de vidrios, que alcanzaron un cierto renombre durante el siglo XVII.

En lo que es el casco histórico nos ha de llamar la atención el trazado ortogonal de las calles que se extienden en la parte más llana del emplazamiento, en la trama formada por los ejes longitudinales de las calles Bahondillo/Animas; Real/Cruces y Parras con sus transversales, más estrechas. La calle Real enlaza las dos plazas más importantes, la de la Constitución y la de San Juan, donde se sitúa el Ayuntamiento y la iglesia parroquial de Santiago. Esta última nos enlaza de nuevo con la rica serie de templos renacentistas de tres naves separadas por pilares y cubiertas con bóvedas vaídas, ornadas en este caso con profusión de veneras de yesería en alusión al santo titular.

La iglesia derivada de modelos vandelvirianos, pensamos que está más cerca del estilo personal de Castillo “El Mozo”.

En un recorrido por la ciudad vemos algunas portadas de estilo clasicista, si bien ya de los siglos XVI y XVII, entre ellas la que fuera residencia del Obispo, en la calle homónima.

Pero del más alto interés es la visita al Molino Harinero, en la calle Santa Ana, convertido en Museo al conservar su maquinaria y estancias, que explican esta importantísima actividad económica y suministra una información precisa sobre la cultura agraria.

En las afueras, viniendo desde Frailes, encontramos un moderno Parque, “El Chorrillo”, que aprovecha la corriente de agua natural con muy buen diseño. Remontándolo nos lleva a un paraje absolutamente espectacular: Las Chorreras, cascada natural de enorme belleza.

A 5 Km Chircales, es lugar famoso entre los vecinos de Valdepeñas y de otros lugares por su milagrero Cristo de Chircales o “del arroz” y la romería celebrada el primer domingo de mayo, en un paraje natural también muy hermoso y que hubo de ser oratorio o refugio de mozárabes en la Alta Edad Media.

No debemos abandonar Valdepeñas sin gozar de su cocina serrana de carnes y especialmente su repostería.

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Los Villares

Salimos de Valdepeñas por la carretera A-6050 que nos conduce a Jaén, pasando por Los Villares, otro de los núcleos de colonización del siglo XVI, de similar trazado al de Valdepeñas. Por su cercanía a Jaén ha experimentado un gran crecimiento en fechas recientes al convertirse en zona residencial de mucho jiennenses. Del núcleo histórico, la plaza principal, Fernando Feijoo, concentra los edificios más significativos: Ayuntamiento e iglesia, sin especial valor monumental. El Ayuntamiento, remozado recientemente, conserva su estructura sobria de finales del siglo XVIII, de acuerdo al gusto académico imperante. La iglesia de San Juan Bautista, aunque se levanta en el siglo XVI sin embargo tiene una profunda remodelación en el siglo XVIII. Sin apartarnos mucho de la plaza, el palacio del Vizconde de los Villares, más conocido como “Casa Grande” es la única pieza de arquitectura civil que puede destacarse, con una fachada clasicista, ya del siglo XVIII, que responde a la tipología tradicional de casa-palacio jiennense con su galería abierta en la parte superior.
La rica tradición artesanal del trabajo del mimbre nos invita a llevarnos algún recuerdo de esta artesanía, así como disfrutar de su repostería.
En el entorno existen parajes naturales de gran belleza, como es el caso de “Los Cañones”, con muestras de pinturas prehistóricas.