Los oficios de montaña - Jaén Paraíso Interior
Los oficios de montaña
Los pineros, pastores de bosques
La explotación de la madera y su transporte daba trabajo a muchas familias durante gran parte del año. El proceso abarcaba la corta, la pela y el traslado a los aguaderos para proceder a su conducción por los ríos. Durante la Edad Media y Moderna este tipo de actividad se practicó con frecuencia. Sin embargo es a partir de la construcción de la Real Fábrica de Tabacos de Sevilla, y las necesidades de la Armada cuando se institucionaliza esta práctica mediante la creación de la Provincia Marítima en estas montañas.
Durante el siglo XIX se realizaron cortas y conducciones de forma puntual destinada a mercados cercanos, a los ríos Guadalimar y Guadalquivir, y no será hasta el auge del ferrocarril, y por la necesidad de traviesas, cuando de nuevo se explote de forma continuada la madera de estas sierras. Tras la Guerra Civil hay una gran demanda de traviesas para reconstruir la red de ferrocarriles. Esta sería la última época de grandes cortas y conducciones de madera que, procedentes de estas sierras, tendrían como destino la estación de ferrocarril de Linares-Baeza.
Los oficios relacionados con el proceso de la corta y conducción de la madera tenían como protagonista al hachero que era el encargado de proceder a la corta de los árboles marcados. La mejor fecha para la corta era la luna menguante de diciembre, enero y febrero y tras el hachero entraba en escena el pelaor, que era quien descortezaba y desramaba el árbol. Los ajorraores se encargaban de mover mediante mulos y bueyes la madera hasta el cargadero, donde arrieros y carreteros transportaban la madera hasta los aguaderos para esperar al final del otoño comenzar la navegación.
Los pineros, con sus largas varas rematadas por un gancho doble, organizaban la madera en el agua y daban comienzo a la conducción con grupos de gente que a veces superaban el centenar de personas. Entre los pineros que conducían la madera había varias categorías que iban desde el maestro de río a los menores que ayudaban a la preparación de la comida, conocidos como hateros.
Había otras actividades relacionadas con el bosque, como por ejemplo la extracción de la resina. Los resineros quitaban o esrroñaban una zona de la corteza de los pinos y tras instalar una pequeña pieza para verter la resina dentro de un recipiente de barro cocido, dejaban que se llenase. Con la resina recolectada se fabricaba brea, barniz, jabón o aguarrás. Otra actividad muy interesante era destilación de esencias, siendo muy conocida en estas zonas la siega del espliego, que es la especie de lavanda del lugar.
Carbón, resina, cal, alquitrán, miel...y hasta hielo
Con las ramas más gruesas y con troncos de madera se hacía carbón vegetal para venderlo por los pueblos. También se vendían haces de leña hechos con ramas y troncos más finos, siendo este oficio desarrollado muchas veces por mujeres y jóvenes.
La madera del bosque servía de materia prima a carpinteros y a otros artesanos que realizaban muebles, sillas y otros productos para la casa. Otros, por su parte los aladreros construían carros y otras herramientas para el trabajo en el monte y el campo.
Aprovechando la madera con mucha resina, los pegueros fabricaban alquitrán vegetal a través de la quema de madera para recoger la resina, ya quemada, en un recipiente exterior. Cuando se hacía con madera de enebro, el producto obtenido se llamaba miera, y a los que lo elaboraban, miereros. Todavía en las sierras que conforman el parque natural se conservan muchos restos de antiguas pegueras excavadas en la montaña y que hace ya años que no se utilizan.
Un trabajo relacionado con el bosque, pero no con la madera, era el los pozos de nieve. Eran unos pozos cubiertos por una pequeña construcción para evitar la entrada de calor y en cuyo interior se almacenaba nieve para convertirla en hielo. Cerca de Siles se conserva uno, y junto al castillo de Segura se observa únicamente el pozo de una de estas antiguas construcciones. La nieve se iba disponiendo en su interior y se compactaba para formar el hielo. Se iban separando capas y al final se cubría todo con vegetales y una capa final de tierra arcillosa. Esta operación permitía almacenar el hielo para venderlo durante el verano, manipulándolo siempre de noche o al caer el sol.
La fabricación de cal era una actividad fundamental para la construcción de las viviendas tradicionales, y como testimonio quedan muchos restos de antiguas caleras en el territorio del parque natural. Muchas veces se utilizaba para construcciones domésticas particulares, aunque en otras ocasiones había caleros que la fabricaban directamente para su venta. Se necesitaban entre diez y doce carros de leña que era alternada entre capas de roca caliza que se disponían en el interior de un horno excavado en el suelo. Tras encender el horno el proceso duraba unos cinco días y después la piedra, si se había cocido bien, ya estaba lista para ser utilizada tanto en la argamasa de las construcciones como para pintar las casas.
En la actualidad casi todos estos oficios se han perdido y solamente los más ancianos han trabajado en estas actividades. Con la extensión de la maquinaria muchos de estos oficios han desaparecido, al igual que el número de personas dedicadas a la explotación forestal. Hay muy pocas empresas dedicadas a la corta y transformación de la madera, así como personas dedicadas a la corta, la pela o el jorro de madera.
Por otro lado es destacable como hay municipios como Siles que han apostado por la recuperación y puesta en valor de estas actividades a través del Concurso de Hacheros Segureños que se celebra anualmente desde 1997 y las Jornadas Culturales y Medioambientales que se celebran en Yeste, ya en la provincia de Albacete, y que giran en torno a la conducción de la madera por el río y el papel de los pineros en este proceso.
La apicultura ha experimentado un cierto resurgir en los últimos años, debido al gran potencial melífero de la flora del parque, que cuenta con unas 200 especies con aprovechamiento apícola, resultando mieles de una extraordinaria calidad, siendo las más comunes las de romero y las llamadas milflores.